Además, no olvides las cosas simples pero fundamentales: dormir lo antes posible, llevar una dieta equilibrada y moverte un poco en cuanto tu cuerpo te lo permita. Son acciones sencillas que realmente pueden marcar la diferencia durante este período intenso.
Y hay que decirlo claramente: la depresión posparto existe. No es un capricho ni una debilidad; es una enfermedad real y grave que afecta a muchas mujeres. Si la padeces, no dudes en consultar a un especialista. Cuanto antes busques ayuda, más efectiva será. Y si conoces a una madre que esté pasando por esta dura experiencia, lo mejor es escucharla con cariño y orientarla hacia ayuda profesional.
A pesar de esta tormenta emocional, a pesar del cansancio, a pesar de las dudas, una madre sigue siendo una fuerza increíble. Porque el amor que siente por su hijo es único, instintivo, incondicional. Es este amor el que le da el coraje para levantarse cada día, incluso agotada, incluso con el ánimo por los suelos.
Pero recuerda siempre: para dar, primero debes llenarte. Una madre que se cuida es una madre más fuerte, más serena, más presente para su bebé. Y eso no es un lujo, es un derecho.